
[...] La flecha se desintegró y al caer eran como gotas de agua; él no sabía que hacer, entonces agarró otra flecha y la tiró. Esta vez fue distinto y cayó en pedazos grandes y duros de agua congelada. Y se marchó. Un día hizo tres grandes arcos con tres grandes flechas y con cuidado los lanzó: una se hizo gotitas de agua, otra pedazos duros de hielo y la última pequeños copos blancos. Cada tanto caen y con los años se llamaron lluvia a las gotas, granizo a los cascotes y nieve a los copos. Hoy en día todavía no terminan de caer, pero algún día eso se acabará.
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